
La Puerta del Infierno
Por mí se va a la ciudad doliente;
por mí se va al eterno tormento;
por mí se va tras la maldita gente.
Movió a mi Autor el justiciero aliento:
hízome la divina gobernanza,
el primo amor, el alto pensamiento.
Antes de mí, no hubo jamás crianza,
sino lo eterno; yo por siempre duro:
¡Oh, los que entráis, dejad toda esperanza!
La Divina Comedia, Canto III